Las instalaciones nucleares clave de Irán (Fordo, Natanz, Isfahán) no sufrieron daños significativos en sus componentes centrales.
Solo estructuras superficiales (infraestructura eléctrica, instalaciones de conversión de uranio) fueron afectadas.
Las centrifugadoras y la mayoría del material nuclear (uranio enriquecido) permanecen prácticamente intactos.
Impacto real en el programa nuclear iraní:
Evaluaciones de inteligencia de EE.UU. e Israel coinciden en que los ataques solo retrasaron el programa nuclear entre 6 meses y 2 años, no lo destruyeron.
Irán trasladó gran parte de sus reservas de uranio antes de los ataques, posiblemente a instalaciones secretas.
Teherán conserva capacidad para fabricar un arma nuclear “con relativa rapidez” si lo decide.
Contradicciones con las declaraciones oficiales:
Donald Trump y el Pentágono afirmaron que los sitios fueron “totalmente destruidos” y calificaron la operación como un “éxito abrumador”.
Las evaluaciones técnicas contradicen esto, señalando que las instalaciones subterráneas (como Fordo) no fueron dañadas.
Reacciones clave:
Casa Blanca: La portavoz Karoline Leavitt desacreditó las filtraciones, acusándolas de ser un intento de “denigrar a Trump” y desacreditar a los pilotos. Insistió en que 14 bombas de 13.600 kg causaron “aniquilación total”.
Irán: Mohammad Eslami (jefe nuclear iraní) confirmó que ya tenían planes de contingencia para restablecer rápidamente las operaciones. Reafirmó que continuarán enriqueciendo uranio con “fines pacíficos”.
Contexto geopolítico:
Los ataques fueron una respuesta conjunta de EE.UU. e Israel al programa nuclear iraní, tras un ataque previo israelí no provocado el 13 de junio.
Irán realizó un ataque de represalia contra una base militar estadounidense en Medio Oriente.
Ambas partes anunciaron un alto el fuego el 25 de junio, aunque la tensión subyacente persiste.
Conclusiones clave:
Los ataques no lograron su objetivo principal (desmantelar el programa nuclear iraní).
Irán demostró preparación y resiliencia, minimizando daños mediante traslados de material y protección de infraestructura crítica.
Las filtraciones de inteligencia reflejan tensiones internas en EE.UU. sobre la narrativa oficial del éxito militar.
La capacidad nuclear iraní sigue siendo una amenaza latente para la estabilidad regional.