Introducción
Documentos desclasificados y análisis históricos revelan una operación encubierta de la CIA durante la Guerra Fría: el financiamiento y promoción de iglesias evangélicas en América Latina para contrarrestar el crecimiento de la teología de la liberación, un movimiento católico que en los años 70 impulsaba justicia social y reformas económicas radicales.
La Iglesia Católica que alarmó a Washington
A mediados del siglo XX, sacerdotes y obispos influenciados por la teología de la liberación comenzaron a denunciar la pobreza y la desigualdad en la región. Figuras como el arzobispo Óscar Romero en El Salvador y el teólogo Gustavo Gutiérrez en Perú defendían que la fe debía traducirse en acción política a favor de los pobres.
Según archivos del Departamento de Estado citados por el investigador Hugh Wilford en The Mighty Wurlitzer, este discurso fue interpretado en Washington como “infiltración marxista” en la Iglesia. Un cable diplomático de 1968 advertía: “El clero radical está alimentando movimientos insurgentes”.
La contraofensiva: mercenarios de la fe
Para neutralizar esta influencia, la CIA implementó una estrategia documentada en el libro Spiritual Warfare de Eric Patterson:
- Financiamiento a misioneros: Se canalizaron fondos a grupos evangélicos estadounidenses para su expansión en América Latina, especialmente a las denominaciones pentecostales que enfatizaban el culto emocional y la prosperidad individual.
- Alianzas con dictaduras: En Guatemala, el régimen de Efraín Ríos Montt (pastor evangélico) recibió apoyo de iglesias vinculadas a televangelistas estadounidenses, según reportes de The Washington Post.
- Cambio de narrativa: Mientras los católicos hablaban de “pecado estructural”, los nuevos movimientos predicaban que la pobreza era prueba de “falta de fe”, como señala la antropóloga Virginia Garrard en Protestantism in Guatemala.
El golpe maestro: de la salvación colectiva al “sálvese quien pueda”
La diferencia doctrinal fue clave. Investigaciones de la revista Nueva Sociedad muestran cómo:
- Teología de la liberación: Promovía comedores comunitarios, cooperativas y sindicatos.
- Evangelismo patrocinado: Enseñaba que Dios premiaba con riqueza a los fieles, desincentivando la organización popular.
“Era perfecto: mantenían a la gente esperando milagros en vez de exigiendo derechos”, explica el historiador de religiones Jean-Pierre Bastian en La mutación religiosa de América Latina.
Legado: megáfonos del neoliberalismo
El plan superó las expectativas:
- Brasil: La bancada evangélica, hoy mayoritaria en el Congreso, fue decisiva para la elección de Bolsonaro, según datos del Latin American Public Opinion Project.
- Centroamérica: Pastores como Juan Orlando Hernández (expresidente de Honduras) replicaron el modelo, vinculando iglesias con partidos de derecha, como documenta El Faro.
Conclusión
Lo que comenzó como una operación anticomunista terminó reconfigurando el mapa religioso y político continental. Hoy, mientras las megacorporaciones evangélices facturan millones, el grito de Romero por “un país donde el salvador no siga crucificado en los pobres” parece un eco lejano.
Fuentes consultadas:
- Archivos del National Security Archive (George Washington University)
- The Mighty Wurlitzer (Hugh Wilford, Harvard University Press)
- Reportes de Nueva Sociedad y Proceso
- Investigaciones de El Faro y The Washington Post