Tegucigalpa fue escenario de un hito diplomático y académico: la III Cumbre Académica y del Conocimiento entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE) concluyó con una ambiciosa declaración conjunta que apunta a una integración real entre ambos bloques, no solo en lo político y comercial, sino también en lo educativo, científico y humano.
Uno de los acuerdos más significativos fue el establecimiento de marcos comunes para el reconocimiento mutuo de títulos, grados y trayectorias académicas. Esto permitirá, bajo normativas nacionales claras, facilitar la movilidad profesional y académica entre los países firmantes, fortaleciendo una “ciudadanía científica global” orientada al desarrollo compartido.
En su declaración final, los representantes de universidades, organismos de educación superior y gobiernos se comprometieron también a profundizar la cooperación en temas de construcción de paz, diálogo intercultural y resolución de conflictos. Además, se hizo énfasis en la inclusión efectiva y significativa de mujeres, juventudes, pueblos originarios y comunidades afrodescendientes en todas las iniciativas de este espacio común.
“La declaración es más que un documento: es una ruta clara para enfrentar desafíos compartidos por nuestras sociedades”, afirmó Raquel Serur Smeke, subsecretaria para América Latina y el Caribe, al clausurar los trabajos. Para Serur, el verdadero acierto será llevar estas conclusiones a la próxima IV Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno CELAC-UE, programada para noviembre en Santa Marta, Colombia.
Por su parte, Ricardo Moreno Patiño, viceministro de Educación Superior de Colombia, subrayó que la cumbre evidenció que “la educación y el conocimiento no son dimensiones accesorias”, sino la base estructural de transformaciones urgentes, que incluyen la justicia climática, la igualdad de género, la transformación digital y la transición energética.
El documento final, leído por Luis González Placencia, secretario general de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), recoge 19 acuerdos. Entre ellos destaca el compromiso de fomentar la movilidad académica de estudiantes, docentes e investigadores, así como impulsar estancias formativas, programas conjuntos y prácticas profesionales compartidas.
El bienestar como eje regional
Uno de los momentos más destacados de la cumbre fue la propuesta de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, de convocar a una Cumbre por el Bienestar Económico de América Latina y el Caribe. La iniciativa plantea construir una agenda basada en derechos sociales, prosperidad compartida y respeto a las soberanías nacionales.
La Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS) participó con una visión clara: la integración regional no puede quedarse en lo diplomático, debe sentirse en el día a día de las personas —en su acceso a salud, cuidados, pensiones y protección ante nuevos riesgos laborales. “El bienestar es una infraestructura viva”, afirman desde la CISS, “y debe construirse con políticas públicas y cooperación técnica”.
Geopolítica del conocimiento
La relevancia estratégica de América Latina y el Caribe crece en un escenario global marcado por múltiples crisis: desigualdad, migraciones forzadas, cambio climático y tensiones económicas. Mientras China estrecha lazos con la CELAC mediante encuentros con presidentes y cancilleres, la Unión Europea alista su IV Cumbre con el bloque latinoamericano para reafirmarse como socio estratégico a través de inversiones, cooperación científica y transferencia tecnológica.
Lejos de ser un encuentro protocolario, la Cumbre de Tegucigalpa marcó un punto de inflexión: la educación superior, la ciencia y el conocimiento son ahora herramientas centrales para articular una región más justa, conectada y resiliente.“La integración regional no es un lujo, es una necesidad urgente”, fue la frase que resumió el espíritu del encuentro. Y con una hoja de ruta clara, América Latina, el Caribe y Europa están dispuestos a caminarla juntos